Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

lunes, 10 de mayo de 2010

El silencio de los lobos


Me hablabas con el silencio de los lobos ojos en la noche
que, por miedo a callar, acallan su hambre y su olor,
pero mi boca era sorda a su murmullo de gota fría,
en su ceguera no te oía, pues un beso la cerraba
y otro beso al momento entre nuestras bocas se interponía,
un beso que en tu lengua en voz alta te pronunciaba y te decía:
"He bebido del manantial de tus lágrimas para pintar de azul mis pupilas",
y tú, entre labios, musitabas:
"Lo sé, mi Amor, pero por mí no te aflijas",
y entonces nuestros cuerpos se fundían
como las aves que alzan el vuelo, en estampida,
cuando el bosque enmudece tras el disparo de un cazador.

Te dije adiós con un silencio acorde a la música que tronaba en mi corazón.

Ahora que conozco el valor absoluto de nunca
y la tragedia de la nada,
te digo con todo mi alma:
"Hasta siempre, Amor".

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

5 comentarios:

Liz Flores
10 de mayo de 2010, 19:29

"Me hablas / pero mi boca era sorda y en su ceguera no te oía" lo mismo le sucede al corazón cuando no quiere entender de separaciones.

"Te dije adiós con un silencio acorde a la música que tronaba en mi corazón" ese adiós siempre viene acompañado de una dolorosa melodía que ahonda en la pena de ese corazón que se resiste a caminar de frente sin voltear atrás.

Qué triste despedida Óscar, la he sentido en el alma y ha dolido. Tu amada siempre estará cerca de ti y en ti, amándote y velando tu diario vivir.

Te podría decir tantas cosas que me vienen a la mente, pero no quiero abusar de confianzas, sabes que te quiero mucho y que sólo deseo paz en tu alma y corazón.

La poesía: bellísima.
La imagen del lobo, preciosa.

Un fuerte abrazo, Óscar.

Clara Schoenborn
11 de mayo de 2010, 3:56

Yo misma he sufrido la cercanía de la muerte y sé cómo en restrospectiva se reconstruyen los momentos vividos y se descifran tantos mensajes tácitos que de pronto adquieren inusitado significado. Hoy, como tal vez te suceda a ti en el futuro, vivo cada momento con la conciencia vívida de su temporalidad, teniendo demasiado claro la fragilidad de la existencia, su corta dimensión y he aprendido a ser infinitamente feliz siempre que la vida me da la oportunidad. He borrado los mensaje tácitos y siento que soy demasiado afortunada cuando puedo expresarle a alguien lo que pienso o lo que siento, es una suerte poder hacerlo ahora que la vida me acompaña y saber que no me iré del mundo sin haber abierto todas mis puertas. No hay despedidas para un corazón que ama, solamente es un cambio de planos, un amor en diferentes dimensiones. Un abrazo Óscar.

Isabel Moncayo Moreno
12 de mayo de 2010, 15:53

No sé si hay mejores poemas, pero los que más me gustan o me atrapan siempre son los de amor, y los del amor en soledad suelen atraerme de manera especial, Clara me ha quitado algunas palabras de la boca, en nuestro interior siempre habrá esas conversaciones, recuerdos de vida Óscar, algunos nos hacen ésta más llevadera.

como siempre un placer venir a tu blog, un abrazo Óscar

Yoko-Tomoto
13 de mayo de 2010, 18:01

Deseo, nostalgia... el recuerdo que se evapora y que, por momentos embriaga al viento con memorias.

Me ha gustado mucho la conversación que vos mantiene con ella, con el pasado que diluye un jamás para ser un por siempre. Qué hermoso amor el vuestro, qué delicado es vuestro corazón.

En este poema vos os ha dado entrada a la intimidad de vuestros recuerdos, pensamientos.

Sos tan sensible como el cristal cortado y armónico como el mismo.

Con aprecio
Vuestra Alejandra

Marisol
14 de mayo de 2010, 5:24

Un poema lleno de sinestesias, melancólico que deja un sabor a tristeza.

'pero mi boca era sorda a su murmullo de gota fría'

Creo que has bebido bastante del manantial de las lágrimas, y también has demostrado que el amor verdadero sobrevive las despedidas.
Es duro escribir sobre una separación física, cuando los espíritus siguen unidos.
Un gran abrazo.

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