Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 31 de diciembre de 2010



¿Recuerdas aquella uva que se te extravió
cuando daban las doce campanadas
en la ya lejana Nochevieja de 2008?
Sólo pudiste comer once –once bocados en agraz–;
la otra, uva pasa, se fugó por la tráquea de la vida.
Pensaste que te la había robado un duende díscolo y travieso
escondido debajo de la mesa –u oculto, tal vez, en el vuelo de tu falda–,
un pequeño glotón preocupado de que no te atragantaras con la veloz ingesta;
pero en realidad te la robó alguien más zorro que el del cuento.

Fui yo.

Esta Nochevieja,
cuando el reloj de la Puerta del Sol toque las doce campanadas,
comeré trece uvas:
doce por los años que por mí han pasado desde que te fuiste;
una por la uva vida que se te escapó.

Y así se restaurará el equilibrio en el universo
y la paz en mi corazón.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 29 de diciembre de 2010




Amanece la rivera de tus muslos investida de violetas,
perfumada de rosas, corolario de zarcillos y azucenas,
y al albur de mi saeta
cimbreas tu cintura de mariposas como un hula hoop,
con la a-levosa levedad de la libélula.

¿Cómo podría rielar versos en la pálida mejilla de la luna
sin sublevar su trémula anatomía de luciérnaga?

No aprendí a desnudar los aspavientos de tu sol-edad
con labios ciegos, pero puedo hacer un bestiario de unicornios
de una lágrima cristalina y refulgente.

No preciso de campanillas para tintinear requiebros en tu oído
con la apostura del ciervo
si el amor ausculta nidos en el horizonte
y los pájaros sobrevuelan por tu océano de musgo
sin faro ni baliza.

Somos la esencia insondable del bucle,
el anillo del mar, la estrella binaria,
la tautología del cero y el uno,
el infinito en un verso,
la rosa espumosa del vino.

Somos agua y tenemos sed.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 27 de diciembre de 2010


Hay una nube fabril
en el celaje taciturno de tus ojos,
un silo de lágrimas y un motín de arreboles.

..................–y te fuiste como un beso ensombrecido de distancia
..................en la afonía claudicante de la tarde
..................con la muerte silenciosa de los girasoles–


Adiós, mi lluvia enamorada.
Adiós, mi frágil luz de invierno.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 24 de diciembre de 2010


Hoy vi Somiedo en la televisión.
Estaban hablando de las fuertes nevadas caídas en los pueblos norteños,
como es tradición en vísperas de Navidad.
Mi corazón dio un vuelco cuando oí aquel nombre tan querido y familiar.
Al instante mi mirada, antes distraída, se dirigió a la televisión,
donde un reportero con los pies hundidos en una espesa alfombra de nieve,
micrófono en mano, relataba los remedios de los lugareños para combatir la ola de frío.
Seguro que tú conoces bien ese grimorio de sabiduría popular,
que tus abuelos te lo enseñaron, como te enseñaron a amar la Naturaleza
y la poesía.

Hoy vi el pueblo donde naciste y creciste,
y algo –una voz de hielo, una tormenta de granizo–
nació y creció en mi interior con el ruido ensordecedor de un alud,
arrasándome los ojos de nieve.

¡Ya viene el alud que adula la nieve!,
¡ya la nieve lauda al laúd!

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 20 de diciembre de 2010



como pinceladas en las esquinas de los atardeceres
'Aun cuando la realidad me aleja percibo toques', Sara Álvarez

Te miro,
y veo trinos bordados en las esquinas de tus ojos
como pájaros empenachados de oro que chapalean en un humedal
en los purpúreos estertores de la tarde;
te beso,
y saboreo estrellas salobres
en la vagarosa laguna de tus labios,
allí donde el otoño se hace sinfonía de lluvia y granizo
y las ánimas se coagulan en un aqueronte de sangre.

Cuando rielas lágrimas de cielo,
los copos que se precipitan por los acantilados de tus ojos
amerizan en mi boca de lluvia con un débil temblor.

–un temblor de rocío hialino, de párpado escarchado,
de ciervo inmóvil y atrapado en un mar de hielo

que espera pacientemente la muerte–

Y las cuitas nadan por el cálido flujo del esperma
hacia el estuario amanecido de los labios
con el lábil aleteo de un caballito de mar;
y las burbujas en los hoyuelos anuncian más lluvia,
una galerna de rosas o un aguacero febril;
y semillas de suspiros escapan de tu boca dehiscente.

Sólo en tus ojos las lágrimas pueden cantar.
Sólo tu mirada cristaliza mi tristeza en una canción de hielo
con su íntimo gorgoteo de alondras.

Eres como la pluma cobriza que danza sobre el agua
y navega por un piélago de besos
alabeada por el frío sol de invierno:

.......................................ingrávida

...etérea

.................enhiesta flecha de noviembre.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 17 de diciembre de 2010


En un sueño de fractales,
¿qué número serías?
El 73,
que es el número primo número 21.
Su espejo, el 37, es el duodécimo,
y el espejo de éste, el 21,
es el producto de multiplicar 7 y 3.

¿Qué puede haber más perfecto que un número cuya suma de múltiplos da 10?
Sólo tú:

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

*Idea sacada de un capítulo de la serie The Big Bang Theory.

miércoles, 15 de diciembre de 2010


A esa hora en que los muertos pueden bailar
un rondón patibulario
tu nombre incendia mi boca
con la espoleta del beso
que atrona mis oídos
en una lengua alófona.

Cuando los cuervos desatan el corpiño de la luna,
su negro pecho se desparrama por todo mi cuarto
llenándolo de sombras.

Los relojes laten sin pulso, quedamente, sincopados,
en la silente trápala del conticinio,
y las horas enferman de espanto,
expoliadas de su monótono tictac,
preñadas de lúgubres tañidos.

¿Te robó la palabra el soplo tahúr de la muerte?
¿Recortaste mis ojos en la cartulina del sueño?
¿Leíste naufragios en los afluentes de mis manos?

Tanit se pinta los labios con una bala más roja que mi sangre.
Por eso sus besos estallan con el sabor acre de la pólvora.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 13 de diciembre de 2010


Caminas bajo la lluvia
sin paraguas ni capuz
saltando charcos
como si pintaras un crucigrama en el arco iris.

Patinas sobre azulejos de nubes,
te ovillas en espirales de musgo,
cabalgas sobre delfines con aletas de espuma,
recortas tu perfil de grulla contra la luna
y desapareces entre jirones de niebla
en bosques de coníferas
donde el sol reverbera
en las hojas pecioladas
con ese rocío ambarino
tan parecido a la miel.

Dime,
¿acaso los sueños no son las lágrimas escritas en las hojas susurrantes del viento
cuando abres la boca y bebes agua de lluvia?

Nunca te dije que los días de lluvia eran la excusa perfecta para perdernos en la estrechez del paraguas, pero tú igualmente lo sabías y te abrazabas a mí.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 10 de diciembre de 2010


Danzo, en Gathas tribalita me ofrezco a ti:
"estrella que resplandece en el horizonte"
'Danzo', Sara Álvarez

Despiertas siempre a mi lado
blanca y fría como la escarcha,
confusa como una presencia intuida al trasluz de las persianas
o el bostezo indolente de las sábanas
cuando un rayo de luz baila en el alféizar
con el canto broncíneo del ruiseñor.

Danzan mis sueños en la falda de tus acantilados
un himno de nenúfares y ranas
con fuerte oleaje de estrellas y espuma de nácar,
y en los ojos un mar glauco de algas
acuna las falúas que titilan como llamas.

No me canso de boyar en el río anchuroso de tus labios
el velero bolero de la palabra amada –Sara–
cuando silabeas la lluvia tempranera de mi nombre
entre pájaros de sol y almíbar.

Una ráfaga de viento atempera tus alas,
otra arrulla tus rayos,
una miríada de hojas se posa en tus cabellos,
despeinándolos,
y arqueas las cejas nefelibatas
como una flecha lanzada al cielo austral.

Eres la estrella que resplandece en el horizonte
cuando el muérdago besa la nieve
y la noche se transfigura en relente
entre briznas de fuego y sed.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

martes, 7 de diciembre de 2010


Tiemblan los vagones
en una contradanza de agujas
como las vías del tren que se bifurcan
al embocar el claustrofóbico túnel
que conduce al tiempo pasado,
a semejanza de una lengua bífida
agitada por un serpenteo de rieles
–retorcida maraña de vigas y hierros–,
hasta que un farol amarillo decapita la noche
con su chispeante vapor de estrellas.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

domingo, 5 de diciembre de 2010


Cuando llueve te deslizas como una gota fría por mi espalda
arrancándome un temblor de párpado,
un gemido apagado,
y recorriéndome el espinazo, en interminable procesión de hormigas,
un escalofrío.

Siento cómo la flor de mi poesía se marchita sin tu soplo,
sin el rocío asperjado de tus lágrimas, sin tu próvido aliento
–unas veces feble y quedo, otras veces inflamado y enardecido–.
Lentamente mi plectro se deshace en polvo y cenizas
como un cadáver embalsamado de silencio
y de palabras inanes, vacuas, muertas.

Mis versos,
como las flores de diciembre
que crecen bajo el suelo,
brotan en la oscuridad,
ocultos, ignorados,
a resguardo de la luz
que socava los misterios.

Siempre queda un hoyo en el alma
al arrancar las raíces de la tierra.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 2 de diciembre de 2010


El Poeta es semejante al príncipe del cielo,
que puede huir las flechas y el rayo frecuentar

'El albatros', Baudelaire


Cómo se abarquilla el mar en la costa
en cuanto las aguas retroceden intimidadas
por el reflujo de la marea,
devolviendo la arena a los pies.
El sol riza la playa de mechones de espuma y plata,
de trenzas de algas y conchas rosáceas,
y no hay nubes en el cielo glabro.
Sólo un albatros relampaguea en la prístina albura del litoral
apostatando del viento y de la lluvia,
como una lágrima que peregrina por la tersa mejilla de la aurora
sin mácula en el plumón.

Es inútil izar besos al atardecer
o abanderar cangrejas desveladas.
Cuando oscurece,
el sínodo de tus labios murmura en tropel
un silabario de nostalgia
como el mástil arrumbado por la tormenta.
Otoño cruje como un rasguño de licor,
sin oro en la péndola,
y la soledad anega los pecios
con la tisana del olvido.

A tu lado,
las horas se fugan lentamente del reloj,

..........para nunca volver.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.